Baluchistán: comprender la crisis de las “desapariciones forzadas” (análisis de IANS)

Nueva Delhi, 19 de diciembre (SocialNews.XYZ) Las desapariciones forzadas en Baluchistán se han convertido en uno de los problemas de derechos humanos más apremiantes en la región, especialmente en las últimas dos décadas. Estas desapariciones involucran principalmente a activistas, intelectuales y miembros de grupos nacionalistas baluchis secuestrados por fuerzas de seguridad del Estado o grupos armados no identificados.

Muchas de estas personas están encarceladas sin cargos, lo que deja a sus familias en un estado de incertidumbre sobre su destino. Aunque la cuestión ha atraído la atención internacional, los esfuerzos por llevar a los perpetradores ante la justicia han resultado ineficaces.




Para comprender la gravedad de esta crisis, es importante estudiar su contexto histórico, las partes involucradas, las consecuencias sociales y las cuestiones legales y políticas que han surgido. Dividido entre Pakistán, Irán y Afganistán, Baluchistán ha sido durante mucho tiempo un centro de malestar político y tensiones étnicas.

Históricamente, el pueblo baluchi se ha sentido marginado por los gobiernos centrales de estos países, particularmente después de la creación de Pakistán en 1947. A pesar de los recursos naturales de Baluchistán, incluidos gas, minerales y una costa estratégica, su gente siempre ha argumentado que no se les está dando la parte que les corresponde. de la riqueza de la región.

A lo largo de los años, los movimientos nacionalistas baluchis han buscado una mayor autonomía o independencia, provocando insurgencias violentas contra el Estado paquistaní, que ve estos movimientos como una amenaza a la unidad y la seguridad nacionales.

El reciente aumento de las desapariciones forzadas en Baluchistán puede atribuirse a la escalada de operaciones militares en la región a principios de la década de 2000. Estas operaciones, destinadas a reprimir grupos insurgentes como el Ejército de Liberación Baluchi (BLA), el Ejército Republicano Baluchi (BRA) y el Frente de Liberación Baluchi (BLF), a menudo tienen como objetivo a separatistas, disidentes políticos y civiles.

Los funcionarios paquistaníes, en particular los militares y las agencias de inteligencia, han negado sistemáticamente su responsabilidad por estas desapariciones, y a menudo han calificado a las víctimas de militantes o terroristas.

Sin embargo, organizaciones locales e internacionales de derechos humanos acusan al gobierno paquistaní de orquestar los secuestros para silenciar a la oposición política e infundir miedo entre la población baluchi.

Es difícil obtener estadísticas precisas sobre las desapariciones forzadas debido a la falta de denuncias y al temor a represalias.

Sin embargo, organizaciones como la Voz de las Personas Desaparecidas Baluchis (VBMP) y la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP) han documentado el terrible número de desapariciones a lo largo de los años.

Se estima que entre 2001 y 2023 han desaparecido más de 2.000 personas. Estas cifras incluyen activistas, estudiantes, periodistas y ciudadanos comunes y corrientes arrestados por las fuerzas de seguridad.

La cifra real puede ser mayor, ya que muchas familias tienen demasiado miedo para denunciar las desapariciones y algunos casos no se denuncian.

El secuestro de activistas baluchis se ha convertido en una táctica común utilizada por el ejército y las agencias de inteligencia de Pakistán, incluidos los Interservicios de Inteligencia (ISI) y el Frontier Corps (FC).

Estas agencias a menudo operan con impunidad porque muchas desapariciones ocurren en áreas que reciben la menor cobertura mediática y las víctimas rara vez comparecen ante la justicia. Las familias de los desaparecidos siguen sin respuesta y con oportunidades limitadas de buscar justicia.

En algunos casos, las personas reaparecen meses o incluso años después, a menudo torturadas y gravemente traumatizadas, y muchas víctimas nunca regresan. Estos actos de desaparición forzada no sólo son ilegales, sino también una clara violación del derecho internacional de los derechos humanos.

Por otro lado, los grupos separatistas baluchis también participan, aunque en menor medida, en desapariciones forzadas. Estos grupos suelen atacar a personas sospechosas de colaborar con el Estado o el ejército paquistaníes.

En tales casos, los secuestrados son acusados ​​de proporcionar información de inteligencia a las autoridades o apoyar la presencia militar en Baluchistán.

Aunque estos secuestros pueden verse como un acto de resistencia a la represión estatal, han sido duramente criticados por su naturaleza indiscriminada, atrapando a ciudadanos inocentes.

Las actividades de los grupos militantes baluchis contribuyen al clima general de miedo e inestabilidad en la región. La justificación estatal de estas desapariciones se justifica por la necesidad de mantener la seguridad nacional y luchar contra el terrorismo.

Los funcionarios paquistaníes dicen que los grupos insurgentes baluchis están involucrados en actividades separatistas violentas e insisten en que se necesitan medidas extremas, incluidas desapariciones forzadas, para restablecer el orden.

Están tratando la desaparición como parte de una operación antiterrorista a gran escala destinada a eliminar las redes separatistas. Sin embargo, esta premisa es fuertemente cuestionada por las organizaciones de derechos humanos, que argumentan que tales acciones tienen como objetivo silenciar la disidencia y reprimir cualquier forma de oposición política.

La comunidad internacional está preocupada por las continuas violaciones de derechos humanos en Baluchistán.

Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han condenado sistemáticamente las acciones del gobierno paquistaní, pidiendo el fin de las desapariciones forzadas y que los responsables comparezcan ante la justicia.

Sin embargo, la presión internacional ha tenido un éxito limitado a la hora de lograr cambios significativos sobre el terreno. El gobierno paquistaní rechaza firmemente la injerencia extranjera, calificándola de invasión de la soberanía del país.

Además, Pakistán aún no ha ratificado la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra el Exterminio Forzado, que entró en vigor en 2011. En consecuencia, no existe un marco legal vinculante que responsabilice al gobierno por estas violaciones.

El impacto social de estas desapariciones fue enorme. Las familias de los desaparecidos a menudo experimentan incertidumbre y trauma prolongados, ya que la ausencia de un ser querido se convierte en una tortura psicológica que los deja sin respuestas a su destino.

En algunos casos, las familias enfrentan sufrimiento adicional debido al estigma, ya que el Estado paquistaní los etiqueta como “traidores” o “terroristas” simplemente por su asociación con los desaparecidos.

Esta estigmatización les dificulta buscar justicia, ya que a menudo son condenados al ostracismo por sus comunidades o perseguidos por las autoridades estatales. Además, el miedo al secuestro ha tenido un efecto paralizador sobre el activismo político y la protesta pública en Baluchistán.

Muchos posibles activistas o críticos del gobierno son silenciados no sólo por la fuerza, sino también por el miedo. Esta atmósfera impide el desarrollo de un discurso político vibrante y evita que el pueblo baluchi exprese sus quejas pacíficamente.

La supresión de las libertades políticas también provocó el desplazamiento de muchos baluchis, un número significativo de los cuales huyó al vecino Afganistán o buscó asilo en otros países.

A pesar de estos desafíos, se han realizado esfuerzos a nivel local e internacional para abordar la cuestión de las desapariciones forzadas. Organizaciones locales como Voice of the Missing in Baloch continúan creando conciencia sobre la crisis a través de protestas y campañas, tanto en Baluchistán como a nivel internacional.

Las organizaciones internacionales de derechos humanos también han pedido mayor atención a la cuestión, pidiendo al gobierno paquistaní que proteja los derechos de sus ciudadanos e investigue los casos de desaparición forzada.

Sin embargo, sigue siendo difícil lograr un progreso significativo. Aunque el gobierno paquistaní ha creado comisiones como la Comisión de Investigación sobre Desapariciones Forzadas (COIED), estos organismos suelen ser criticados por su falta de independencia y eficacia.

Los críticos argumentan que estas comisiones sirven sólo como gestos simbólicos y están diseñadas para aliviar las preocupaciones internacionales sin abordar las causas fundamentales del problema.

Pakistán tiene un marco legal inadecuado para abordar las desapariciones forzadas. Aunque la constitución garantiza los derechos humanos básicos, estos derechos a menudo se violan en Baluchistán.

El Estado paquistaní aún tiene que implementar reformas integrales para proteger a sus ciudadanos de las desapariciones forzadas y, sin dichas reformas, es probable que el ciclo de secuestros y violencia continúe.

Para que la situación mejore, el gobierno paquistaní debe tener una voluntad política más fuerte para involucrarse significativamente con los grupos nacionalistas baluchis y abordar sus demandas de mayor autonomía y control sobre sus recursos naturales.

Además, Pakistán debería tomar medidas concretas para responsabilizar a quienes han sido desaparecidos forzosamente, ya sea por el ejército, las agencias de inteligencia u otros Estados. La presión internacional y el apoyo de las organizaciones de derechos humanos también serán cruciales para impulsar al gobierno paquistaní a reformarse.

Hasta que se implementen estas medidas, Baluchistán seguirá siendo una región marcada por violaciones generalizadas de derechos humanos, con su población viviendo en constante temor al secuestro, la represión y la violencia.

El ejército paquistaní, a menudo apoyado por agencias de inteligencia como el ISI, ha estado muy involucrado en la orquestación de estas desapariciones forzadas como parte de sus operaciones de contrainsurgencia contra los movimientos nacionalistas baluchis.

Estas acciones, llevadas a cabo con el pretexto de la seguridad nacional, provocaron el secuestro, la tortura y, en muchos casos, la desaparición de miles de ciudadanos baluchis.

La solución definitiva es reconocer los derechos del pueblo baluchi, poner fin a los secuestros autorizados por el Estado y restaurar las libertades políticas y sociales en la región. Hacer que el ejército y las agencias de inteligencia de Pakistán rindan cuentas por su papel en estos abusos es fundamental para romper este ciclo de impunidad.

Hasta entonces, Baluchistán seguirá siendo un lugar de sufrimiento, donde las voces de los desaparecidos y sus familias siguen sin ser escuchadas y su búsqueda de justicia sigue siendo difícil de alcanzar.

Fuente: IANOS

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