Revisión de Peals of the Sky: una parábola divertida sobre la singularidad de aquellos que no creen que pertenecen

El director de Sky peals, Moin Hussain, logra crear una alegoría de la soledad y el aislamiento con mano hábil y firme al crear una película discretamente entrañable sobre un hombre que se cree un extraterrestre. El protagonista de la película, un británico de unos treinta y tantos años de origen paquistaní, puede ser una ayuda para millones de personas que se sienten alejadas de sus raíces al vivir en culturas que consideran ajenas. La magistral realización cinematográfica de Hussain evita hacer puntos obvios y, en cambio, profundiza la historia como un estudio de personajes distinto con elementos de ciencia ficción.

Adam (Faraz Ayub) todavía trabaja como cocinero del turno de noche en una gasolinera con su madre inglesa (Claire Rushbrook). Su vida es pequeña: sólo hogar y trabajo, sin relaciones cercanas. Se aisló del mundo porque nunca pudo conectarse realmente con otras personas. Después de enterarse de que su padre ha muerto, Adam comienza a sentir una nueva afinidad por este hombre que nunca conoció.

Una relación tumultuosa con su padre comienza con una serie de mensajes de voz desesperados que ella deja pidiéndole a Adam que la conozca. Poco después recibe la noticia de la muerte y es invitado al funeral por su tío Hamid (Simon Nagra), quien le cuenta cálidas historias sobre la familia de su padre. Un lado paquistaní que nunca conoció. Se entera de que su padre fue adoptado y nadie en la familia sabe de dónde viene. Apareció inesperadamente un día.

Adam comienza a pensar que él y su padre pueden ser extraterrestres no sólo para Gran Bretaña, sino también para la Tierra y la humanidad. Al mismo tiempo, comienza a desmayarse cuando ve un lugar de colores brillantes donde unas voces aterradoras lo llaman. Esto complica su situación laboral cuando aparecen su nuevo jefe Jeff (Steve Oram) y su nueva compañera de trabajo Tara (Natalie Gavin), quienes comienzan a interesarse por Adam, algo para lo que él no está en absoluto preparado.

La dicotomía entre las dos culturas a las que pertenece se desarrolla con más detalle en el guión de Hussain. Sus parientes paquistaníes lo llaman Umer, mientras que todos los blancos en su vida se refieren a él con el nombre más anglosajón de Adam. Sublimando aún más su identidad, responde a Adam y ni siquiera pronuncia la palabra Umer. Con todo esto estresándolo, Adam busca atención médica. Pero ni los médicos ni la terapia de grupo pueden atender a alguien que está confundido y tal vez un poco loco.

Ayub ofrece una actuación tranquila y discreta que también impresiona por su vívido retrato de un hombre que intenta no llegar a ninguna parte del mundo. No es extraño que nadie se acuerde de él. Incluso sus compañeros creen que es un empleado nuevo. Job, como Adán, está en silencio, vacilante y siempre pidiendo disculpas, con la mirada baja y los hombros encorvados. Adam quiere desaparecer y volverse invisible, pero Job de alguna manera sigue siendo el centro de atención de la audiencia. El uso que hace Hussain de primeros planos y planos medios le da al actor espacio para contar la historia de este personaje en pequeños destellos de pequeños gestos y expresiones faciales. Adán, la paz sea con él, tiene la capacidad de repetir lo que la gente dice, como si descifrara para él un idioma extranjero. En esos momentos, Job convence al público de que su héroe puede no ser realmente humano, sino de otro mundo.

Mientras continúa “Sky Peals”, Adam comienza a vincularse con Tara. Aunque aburrido y reservado en sus encuentros iniciales, poco a poco comienza a darse cuenta de que no es el único que se siente en desacuerdo con quienes lo rodean. También tiene un momento conmovedor con su madre, aportando una calidez que traspasa la timidez de Adam hacia quienes rodean a Rushbrook. Está claro hacia dónde se dirige la película, pero eso no la hace menos impresionante.

No todas las señales visuales funcionan. A veces parecen efectos especiales ordinarios que no evocan emociones reales. El ritmo meditativo de la película puede resultar demasiado lento para algunos, pero cuando toda la historia termina, Sky Peals demuestra ser un viaje que vale la pena emprender. Deja al público iluminado e impresionado, pero especialmente convencido de que ellos también encontrarán algún día el lugar que les corresponde en este fascinante mundo.

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