Esta regata no es un lugar para principiantes, pero los navegantes experimentados comprarán su lugar en el barco.

“¡Vive, aprende y vive aventuras peces voladores! Reserve su lugar en la legendaria regata de yates de Sydney a Hobart. La sensación de logro cuando cruzas la línea de meta es enorme”.

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El curso, que cuesta 12.990 dólares por persona, incluye entrenamiento en tierra en aguas tranquilas y sólo una navegación en alta mar de 24 horas. Flying Fish dice que “prefiere” que los participantes hayan completado un curso australiano de seguridad en la navegación y supervivencia en el mar, pero no es obligatorio. (El 50% de toda la tripulación que compite en regatas Xbart debe tener esta calificación o su equivalente. También deben haber completado un evento en alta mar importante).

La formación en navegación es un negocio legítimo, al igual que los cursos que se ofrecen sobre seguridad y supervivencia marítima. Pero son operaciones comerciales basadas en el afán de lucro. En mi experiencia, pocos participantes, si es que alguno, fracasan. Cualquiera que quiera agregar las carreras de Hobart a su lista de deseos, independientemente de su capacidad, puede comprar un tapete de manera efectiva con una experiencia muy limitada.

Es debido a esta actitud de “pago por servicio” que surgen problemas de responsabilidad cuando las cosas van mal y surgen dudas sobre el nivel de competencia de la tripulación.

En Australia, la antigua presunción de que “usted participa bajo su propio riesgo” ha sido seriamente revocada por la Ley de Protección al Consumidor, que prevé la responsabilidad basada en negligencia.

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La política pública, verdadera, intolerante con el comercio y el comercio, no hace todo lo que una persona razonable haría para prevenir lesiones, daños y pérdidas en relaciones contractuales que involucran dinero. CYCA también puede sentirse responsable porque las tarifas de inscripción a la carrera que cobran ($1,400 a $5,250 dependiendo de la eslora del barco) la convierten en un proveedor de servicios pagados para sus clientes: los propietarios de yates y sus tripulaciones.

Nada de esto trae consuelo a las familias y seres queridos de quienes perdieron la vida. Ahora se enfrentan a una larga y dolorosa investigación forense sobre la causa de la muerte. Quizás una de sus recomendaciones sería que la capacitación y calificación en seguridad marítima debería ser responsabilidad de un organismo gubernamental independiente, no de empresas. No se pueden obtener credenciales reales sin los arreglos adecuados.

La ruta de la regata Sídney-Hobart lleva a la flota desde los 43 grados de latitud sur hasta los locos años cuarenta. Este no es un lugar para principiantes.

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