Mientras sus amigos lo llevaban entre la multitud que lo vitoreaba y se disparaban tiros al aire, habló del alivio que le traía la esperanza de paz.
“Ahora podemos dormir seguros y cómodos; Eso es todo, nada más”, afirmó.
La mayoría de los 2,3 millones de residentes de Gaza se vieron obligados a huir de sus hogares durante la guerra, que también destruyó la infraestructura y los hospitales del enclave. Si la tregua se mantiene y los combates terminan, el futuro de Gaza sigue siendo incierto: el enclave estaba bloqueado por Israel y Egipto antes de la guerra, y las soluciones políticas al conflicto de décadas entre Israel y los palestinos parecen tan esquivas como siempre.
Dentro de las tiendas de Khan Younis en el sur de Gaza, miles de ojos estaban pegados a las pantallas de televisión el miércoles por la noche, esperando que se anunciara el acuerdo. Pronto estallaron las celebraciones y la gente salió a las calles para cantar, bailar y ondear banderas palestinas.
El armisticio, que entrará en vigor el domingo, A la espera de la aprobación de Israel dogabineteSe produce tras intensas negociaciones y mediación entre Qatar, Egipto y Estados Unidos.
Según el acuerdo de tres fases, el acuerdo permitiría a los palestinos desplazados regresar a sus hogares – donde se encuentran ahora – mientras las fuerzas israelíes se retiran a la frontera de Gaza. A medida que la ayuda humanitaria, los hospitales y los centros de salud sigan prestando servicios a los civiles, también lo hará la entrega de rehenes y prisioneros.
Pero el primer ministro Benjamín Netanyahu dijo el jueves que estaba retrasando una votación del gabinete y acusó a Hamas de violar partes del acuerdo. Hamás dice estar “comprometido” con la paz.
Para muchos en el enclave palestino, el alto el fuego ofrece no sólo un respiro de los ataques aéreos, sino también la promesa de regresar a casa después de meses de desplazamiento y refugiarse en tiendas de campaña improvisadas dentro de campos de refugiados.
“Hemos estado esperando este momento feliz”, dijo Zafar Abu Alarag Khan en Younis.
Pero el alivio también fue motivo de preocupación, ya que muchos hablaban de reconstruir sus hogares después de más de un año de destrucción.
“Estamos acostumbrados a las tiendas de campaña y queremos volver a vivir allí”, continuó Abu Alarag. “Quiero volver a mi casa, quiero construir una habitación con baño, porque no hay casa”.