“Debo estar soñando, el sueño más grande de mi vida y no quiero despertar”, dijo Mohammed Al-Ovir, de 63 años, a NBC News en la Plaza Omeya de Damasco, el escenario del izamiento de la bandera. , bocinas de autos y disparos de celebración.
Encarcelado durante nueve años por el padre de Assad, Hafez al-Assad, describió haber vivido en “miedo constante, sin que nunca se nos permitiera levantar la cabeza” durante los 50 años de dinastía de la familia.
Con su media sonrisa que insinúa esperanza, dolor y miedo, Al-Ovir observó la escena con su nieta de 20 meses, Lina, con un moño y zapatillas de deporte rosas brillantes.
“No quiero dejar este campo nunca”, dijo. “Quiero quedarme aquí con el pueblo sirio y verlos bailar y cantar y observar su felicidad, risa y alegría”.
