El momento de esta campaña rebelde no podría haber sido peor para los aliados de Assad. Debilitada por la brutal guerra en Ucrania, es poco probable que Rusia vuelva a desplegar fuerzas significativas en Siria.
Su apoyo, si llega, probablemente estará dirigido a proteger las bases navales a lo largo del Mediterráneo y áreas estratégicas en el corazón de Assad. En resumen: Rusia protege sus intereses, no Assad.
Irán, que alguna vez fue el salvavidas del régimen, también está bajo presión. La incesante campaña de bombardeos de Israel ha destruido su infraestructura militar en Siria, lo que dificulta que Teherán intervenga a gran escala.
Si bien es poco probable que Irán abandone a Assad por completo, su papel podría pasar de hacer retroceder los avances rebeldes en todo el mapa a fortalecer corredores clave como el puente terrestre que une Damasco con la costa y conecta Irak y Líbano.
Mientras tanto, los efectos dominó de este renovado conflicto podrían desestabilizar el panorama diplomático sirio en general. Mientras los estados del Golfo presionaban a Washington para normalizar las relaciones con Damasco y aliviar las sanciones, Assad estaba al borde del éxito. Este impulso está ahora en juego.
Para Estados Unidos, esta realidad cambiante puede obligar a repensar la política en Siria. Washington ha vacilado durante mucho tiempo entre tolerar tácitamente el gobierno de Assad y apoyar un status quo fragmentado con fuerzas kurdas en el noreste y rebeldes en el noroeste.
Pero está surgiendo una nueva oportunidad: hacer retroceder aún más al régimen de Assad, crear condiciones para el regreso de los refugiados y remodelar una vez más el mapa político de Siria.
Si bien los avances rebeldes son significativos, es poco probable que expulsen a Assad de sus áreas clave en Damasco y la costa.
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Sin embargo, el hecho mismo de que estos frentes estén cambiando es un recordatorio de que la guerra en Siria está lejos de terminar y que el delicado orden que Rusia e Irán han trabajado tan duro para establecer se encuentra ahora bajo serias tensiones.
Las próximas semanas mostrarán si los aliados de Assad pueden conseguir otro rescate, o si el conflicto de Siria, congelado durante mucho tiempo, se descongela de manera que podría transformar el Levante y la región en general en los años venideros.
El Telégrafo, Londres
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