Resistir a los nuevos amos coloniales: cómo se mantiene la soberanía india bajo la presión occidental

La India, una civilización enriquecida con mil años de herencia cultural, intelectual y política, ha demostrado constantemente su fortaleza al enfrentar fuerzas externas. La asmita (identidad política) rajnaitica del país evolucionó a lo largo de siglos de conflicto con invasores, colonialistas y potencias extranjeras. Sin embargo, su esencia está firmemente arraigada en las ideas de Swatantrata (soberanía) y Aatmashakti (autoautoridad).

Hoy, la India vuelve a resistir lo que puede verse como una nueva forma de colonialismo: las presiones geopolíticas e ideológicas de Occidente. Las recientes tensiones diplomáticas entre la India y países como Estados Unidos y Canadá no son incidentes aislados, sino parte de una Sochi-Samji Chaal (estrategia calculada) más amplia por parte de estas potencias para socavar el papel emergente de la India como potencia global.




Los intereses occidentales y la autonomía estratégica de la India

Las potencias occidentales, en particular Estados Unidos, han visto durante mucho tiempo a la India como un actor importante en la geopolítica global y un desafío potencial a su dominio. Durante el período colonial, el Imperio Británico utilizó estrategias para mantener a la India económicamente dependiente y políticamente dividida. Hoy, esas estrategias han evolucionado hacia formas más sofisticadas: presión diplomática, sanciones económicas e influencia encubierta. El bloque occidental busca destruir el Rajnaitik Swatantra (independencia política) de la India explotando el descontento interno y exagerando los conflictos externos.

Un ejemplo de ello es la reciente tensión entre India y Canadá por el asesinato de un líder separatista. El incidente es parte de una estrategia más amplia de los países occidentales, particularmente Estados Unidos, para acorralar a la India y desafiar su integridad diplomática. Actuando bajo la influencia de sus aliados occidentales, Canadá exageró las acusaciones contra la India en un intento de crear una narrativa anti-India en el escenario global. El papel de los ‘dalals’ (agentes) locales como Pratap Bhanu Mehta y Siddharth Varadarajan, que dan apoyo intelectual a esta historia, es aún más siniestro. Estos críticos, alineados con ideologías occidentales, pretenden socavar al gobierno indio y crear una sensación de crisis interna que sirva a intereses extranjeros.

El papel de los críticos locales y las narrativas antigubernamentales

Estas actividades de Videshi Aakaon ke Dalal (agentes extranjeros) son más peligrosas de lo que parecen. Aunque afirman proteger los intereses de la transparencia y la justicia, su verdadera intención es debilitar a la Rashtra (nación) socavando su liderazgo. Están tratando de crear una narrativa de inestabilidad elevando pequeñas diferencias diplomáticas como el caso canadiense a temas de crisis nacional. Por ejemplo, el llamado de Mehta a la India para que “se sincere” sobre sus operaciones encubiertas tiene como objetivo socavar la seguridad nacional en lugar de promover la transparencia. ¿Por qué una nación soberana como la India, que siempre antepone el Rashtra Hit (el interés nacional), debería ceder ante la presión extranjera para apaciguar a los críticos occidentales?

Voces de la oposición como Makhua Moitra y Sagarika Ghose magnificaron irresponsablemente estas cuestiones y crearon una impresión de ‘Rashtra-vyapak Aapda’ (desastre nacional). Su objetivo es claro: crear un “Jhoothi ​​​​Kahani” (narrativa falsa) que debilite la autoridad y la reputación internacional del gobierno central. Sin embargo, sus esfuerzos son ineficaces. Un Samanya Bharatiya Naagrik (ciudadano indio común y corriente) tiene un profundo sentido de Deshbhakti (patriotismo) y puede ver a través de estas manipulaciones. En lugar de debilitar al gobierno, los esfuerzos de Sch fortalecieron el apoyo público a un liderazgo firme y decisivo para proteger el interés nacional.

Paralelos históricos: tácticas de la Guerra Fría y resiliencia de la India

La estrategia de ejercer presión externa sobre la India no es un fenómeno nuevo. Históricamente, la India ha estado expuesta a los proyectos geopolíticos occidentales, especialmente durante la Guerra Fría. Durante este tiempo, Estados Unidos intentó manipular a la India para adaptarla a sus intereses. Sin embargo, líderes como Pandit Nehru e Indira Gandhi rechazaron estas presiones defendiendo la independencia estratégica a través del Movimiento de Países No Alineados (NOAL). Era la manera que tenía la India de afirmar su soberanía en el ámbito internacional sin ser un peón en la rivalidad entre las superpotencias.

Uno de los ejemplos más sorprendentes de esta resistencia fue el papel de la India en la creación de Bangladesh en 1971. A pesar de la fuerte oposición del aliado de Pakistán, Estados Unidos, la intervención decisiva de la India en Pakistán Oriental condujo al nacimiento de un nuevo Estado. Esta medida, encabezada por Indira Gandhi, consolidó el papel de la India como potencia regional y envió un mensaje claro al mundo de que la India actuaría en función de sus propios intereses nacionales, independientemente de la aprobación occidental. Esta victoria enfureció a Estados Unidos y desde entonces se han hecho esfuerzos para desestabilizar a la India utilizando presiones internas y externas.

En la década de 1970, Estados Unidos también intentó crear “Antarik Ashanti” (disturbios internos) apoyando a figuras como Jayaprakash Narayan y movimientos antigubernamentales, lo que llevó a la imposición del estado de emergencia por parte de Indira Gandhi. Posteriormente, el ascenso del Partido Janata, influenciado por los intereses estadounidenses, debilitó el aparato de inteligencia de la India y socavó su seguridad nacional. Sin embargo, cuando Indira Gandhi regresó al poder, reafirmó el enfoque de la India en el Rashtra Hit (interés nacional) y dejó claro que la India no se doblegaría ante designios extranjeros.

Hoy en día se puede observar un patrón similar. Una vez más apoyada por potencias extranjeras como Canadá y Estados Unidos, la cuestión de Khalistan se está utilizando para alterar la armonía interna de la India. El objetivo no es sólo presionar al gobierno indio, sino también crear divisiones dentro del país, similares a las tácticas de la Guerra Fría utilizadas por Estados Unidos hace décadas.

Tácticas modernas: una nueva versión de una vieja estrategia

El juego que juegan hoy Estados Unidos y sus aliados es esencialmente una versión moderna de las estrategias utilizadas durante la Guerra Fría. La negativa del gobierno de Modi a ceder ante la presión occidental durante el conflicto entre Rusia y Ucrania demostró el compromiso de la India con la “Pashchatya Prabhaav se Mukt Rajniti” (una política libre de la influencia occidental). Occidente, particularmente Estados Unidos, se ha sentido incómodo con el gobierno indio Steer (estable), que disfruta de Bahumat (mayoría) y aplica una política exterior independiente.

La formación de la Alianza INDIA, una coalición de partidos de oposición, es un intento de desestabilizar al gobierno central y crear condiciones para un régimen más flexible. Esta coalición, principalmente producto del estímulo occidental, buscaba debilitar al Mazbut Sarkar (poderoso gobierno) de la India. Sin embargo, estos intentos han fracasado en gran medida. Bajo el liderazgo político de la India

Narendra Modi ha mantenido su compromiso con Rashtriya Swabhiman (dignidad nacional) y Rajnaitik Samprabhuta (soberanía política).

Vulnerabilidad de los gobiernos de coalición a la influencia occidental

La era de la política india posterior a 1991 ha demostrado la vulnerabilidad de los gobiernos de coalición a las presiones externas. Por ejemplo, la Doctrina Gujral, si bien fue aclamada como un logro diplomático, dejó a la India débil al adoptar un enfoque suave hacia vecinos hostiles como Pakistán. El énfasis de la doctrina en la no interferencia debilitó las capacidades de inteligencia de la India y permitió que fuerzas hostiles actuaran con impunidad.

Sin embargo, bajo el liderazgo de Atal Bihari Vajpayee, India logró su independencia estratégica realizando pruebas nucleares en 1998, un movimiento swabhiman (autorrespeto) que conmocionó al mundo. A pesar de las fuertes advertencias y sanciones económicas de Occidente, la India ha demostrado que no comprometerá su seguridad nacional por la aprobación occidental. Fue un momento histórico en la política exterior india cuando Rajnaitik Pratibha (coraje político) triunfó sobre la presión externa.

Las pruebas nucleares enviaron un mensaje claro al mundo: la India no sucumbirá a las sanciones económicas ni al aislamiento diplomático. En respuesta, Estados Unidos negó a India datos GPS críticos durante la guerra de Kargil, revelando aún más la voluntad de Occidente de socavar la seguridad de India para sus propios intereses estratégicos. Sin embargo, la asmita (identidad política) rajnaitica de la India se mantuvo fuerte y la nación se hizo más fuerte militar y diplomáticamente.

Gobierno fuerte: escudo de soberanía

“Mazboot Sarkar” (gobierno fuerte) es esencial para mantener la Rajnaitik Swatantrata (independencia política) de la India. A Occidente, particularmente a Estados Unidos, le resulta difícil gestionar un gobierno indio estable y decidido con un amplio apoyo del Janata (pueblo). La capacidad del gobierno de Modi para resistir la presión occidental durante el conflicto Rusia-Ucrania o la disputa diplomática canadiense ha reafirmado el compromiso de la India con Rashtra Hit (interés nacional).

Samanya Bharatiya Nagrik (ciudadano indio común y corriente) observa estos juegos extranjeros. Para ellos, la firmeza del gobierno frente a las presiones externas es una fuente de Deshbhakti (orgullo patriótico). India ya no es un objetivo fácil de manipular para las potencias extranjeras. Ella se mantiene firme, Seena Taan Ke (con orgullo), defiende su soberanía y se abre camino en el escenario mundial.

Conclusión: el renacimiento de Bharat

En resumen, las tensiones diplomáticas con las potencias occidentales son parte de un esfuerzo mayor para socavar la autonomía estratégica de la India e impedir que asuma el lugar que le corresponde en el escenario global. La negativa del gobierno de Modi a ceder ante la presión occidental no es sólo una postura política, sino un reflejo del compromiso de la India de proteger su Rajnaitik Asmita (identidad política) y su soberanía. La fuerza de una nación radica en su liderazgo, su gente y su Sankalp (firmeza) para enfrentar amenazas externas e internas.

India, alguna vez subyugada por las potencias coloniales, ahora está emergiendo como una potencia global que desafía nuevas formas de colonialismo, ya sea en forma de presión diplomática o guerra ideológica. Bharat está aumentando y ninguna fuerza externa puede detener su progreso. El mundo debe reconocer que la soberanía de la India no es negociable y que su camino a seguir es de autosuficiencia, dignidad y fortaleza.

((Suraj Chaturvedi es columnista y miembro principal de la Universidad Jawaharlal Nehru (JNU) y Kushik Kumar es profesor asistente en el Departamento de Ciencias Políticas del Shivaji College, DU).

(El artículo representa los puntos de vista personales de los autores y representa su opinión personal)

Fuente: IANS

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